Por: Héctor Adolfo Quintanar Perez
A la frontera de México sólo han llegado unas migajas de la multitudinaria Caravana migrantes procedente de Honduras y compuesta por miles de ciudadanos centroamericanos. Los demás, han sido encapsulados estratégicamente en Vado Hondo, una localidad a más de 400 kilómetros de la frontera, donde no hay agua, comida ni poblaciones cercanas. La estrategia es cansarlos hasta que se vean forzados a regresar y ante cualquier connato de violencia: responder y contener con las fuerzas del estado.
En las riberas del río Suchiate poco a poco llegan grupos pequeños. En sus aguas lavan su ropa y bañan sus cansados cuerpos. La mayoría son de Honduras, país asediado por un gobierno oligarca y que aunado a eso, acaba de ser azotado por un huracán que destruyó comunidades enteras forzando a la población a huir… refugiarse donde sea y no mirar atrás.
México ha respondido. A pesar de que Guatemala hizo el trabajo sucio de contener y reprimir, cientos de agentes migratorios han elevado la seguridad de la frontera sur y ahora registran a cada uno de los ciudadanos que pasan, o intentan pasar, por medio del río. Sus pies heridos y la mirada perdida son testigos de las penurias que han pasado por cientos de kilómetros. Y viene lo peor: México.
La misión es difícil, miles han regresado ya.
Regresan a la violencia y a un país que no ve futuro.
Pero hasta donde se sabe, muchos regresan a reagruparse.
Otra Caravana promete salir en los próximos días.