Cuando el tenis no era aún profesional y solo algunas élites lo conocían en España, la figura de Andrés Gimeno surgió de la nada y ofreció una nueva dimensión de modernidad a un deporte anclado en el pasado. Gimeno se miró en el espejo internacional y descubrió que al tenis se jugaba de otra forma. Bajo la mirada de su padre, Esteban Gimeno, fue adaptándose a los nuevos esquemas hasta convertirse en profesional en 1960 junto a los mejores tenistas del mundo —cuando el tenis era solo amateur— y coronar su carrera en 1972 con el título de Roland Garros, rozando los 35 años, convirtiéndose en el jugador…