- Condenados a la miseria
- Estudios inconclusos
Luis Velázquez
27 de agosto de 2020
ESCALERAS: Hay en Veracruz una población de primera y otra de segunda y otra de tercera y otra de cuarta. Son aquellos quienes de entrada y a partir del grado escolar están condenados a los empleos informales. Las trabajadoras domésticas y sexuales. Los volovaneros. Los viene-viene. Los franeleros. Los ayudantes de mecánicos y pintores, entre otros.
Ellos apenas estudiaron la escuela primaria. Quizá la secundaria. Pero la mayoría, en el limbo.
Los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación exhiben el mundo marginal.
PASAMANOS: 550 mil personas de 14 años de edad en adelante, analfabetas. No saben leer ni escribir en el pueblo de Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo y la Escuela Normal Veracruzana.
Un millón de paisanos, con la escuela primaria incompleta.
Otro millón, con la secundaria inconclusa.
Y 600 mil con el bachillerato a medias.
De cada cien niños egresados de la primaria solo diez llegan a la universidad y solo uno se titula, si acaso.
Casi 4 millones de los 8 millones de habitantes, en la marginalidad educativa.
Y, bueno, con educación mínima, y a medias, a nada mejor puede aspirarse.
Por eso, entre otras cositas, el millón de paisanos como migrantes sin papeles en Estados Unidos.
CORREDORES: Para todos ellos, la vida es difícil y dura.
Ta´canijo estar una jornada laboral de 8 horas con la canastita de volovanes en la esquina, en la parada del autobús, en la calle de peatón en peatón esperando les compren.
Ta´canijo fletarse todos los días y noches como trabajadora sexual vendiendo el cuerpo para llevar unos centavitos a casa para los hijos y los padres ancianos.
Canijo estar de franelero en la esquina del crucero para limpiar los vidrios del automóvil y esperar unas moneditas del conductor.
¡Vaya grandeza de un pueblo para construir, primero, su día familiar, y segundo, engrandecer el destino común de Veracruz!
BALCONES: El dato oficial es avasallante. Veracruz, pueblo rico y pródigo en los recursos naturales habitado por gente en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Y lo peor, un sexenio llega y se va y la vida de “los olvidados de Dios” sigue igual, o peor, pues cada tribu gobernante suele vender esperanzas sin nunca aterrizar hechos sociales concretos y específicos que dignifiquen el diario vivir.
PASILLOS: Bastaría, por ejemplo, revisar con lupa y microscopio el número de personas alfabetizadas por la secretaría de Educación en los últimos veintiún meses del sexenio de MORENA en Veracruz.
Y el número de personas que hayan concluido la escuela primaria, secundaria y el bachillerato en el tiempo del profe Zenyazen Escobar en la SEV.
En la realidad real, a ningún funcionario de la SEV interesa, ocupa ni preocupa.
Más, mucho más importante para Zenyazen fue integrar un sindicato a imagen y semejanza y una Orquesta Sinfónica de Salsa.
VENTANAS: Por eso, en la filosofía educativa, social y política del profe Zenyazen hay jarochos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta categoría.
Son “los desheredados de la fortuna” a quienes nunca, en cada sexenio, interesan a un funcionario.
Son los invisibles. Los cero a la izquierda. Quizá “la carne de cañón” electoral para ganar en las urnas.
Así fue durante setenta y ocho gobernadores que han ocupado la silla embrujada del palacio desde Guadalupe Victoria, originario de Durango, el primero, hasta Cuitláhuac García Jiménez, el último.
Limitados en la educación y formación, ninguna lucecita alumbra el fondo del túnel social y económico que todos ellos habitan.
Bien serían “los nacidos para perder”.