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•Se sienten y presienten
•Hacerse sus amigos
Luis Velázquez
18 de diciembre de 2020
EMBARCADERO: Ninguna duda de que los duendes existen… Nadie, claro, los ha visto… Pero al mismo tiempo, se sienten y presienten… Por lo general, suelen hacer ruidos y ocultarse por ahí, desaparecer… Unas veces, en el día, la mayor parte, parece, en las noches… De pronto, en la madrugada, digamos, se escucha un ruido en el pasillo de la recámara, la sala, la cocina, el baño, y uno se levanta seguro de que alguien anda por ahí, quizá un ladrón, y nadie… Son los duendes…
ROMPEOLAS: Francisco Ignacio Madero y Plutarco Elías Calles creían en los médiums… Incluso, Madero vivió convencido de que desde el más allá, Benito Juárez se le comunicó en una sesión espiritista y le pidió lanzarse a la candidatura presidencial porque derrotaría a Porfirio Díaz… Un médium dijo a Calles que regresara al México de Lázaro Cárdenas porque sería aceptado y triunfaría de nuevo… El médium, claro, falló, pero, bueno, su existencia nadie la niega… Muchos presidentes de la república, gobernadores y alcaldes han creído y creen en los brujos…
ASTILLEROS: En los ranchos, la Virgencita de Guadalupe suele aparecerse sobre la corteza de un árbol y el árbol se transfigura en objeto y sujeto de veneración… Una madrugada, en el insomnio, un Sumo Pontífice del Vaticano se levantó para tomar agua y en el pasillo se topó con Dios y se pusieron a platicar… “La mano de Dios” fue la que metió aquel célebre gol de Maradona
ESCOLLERAS: Un sábado en la tarde estaba solo en casa… Leía una crónica de Robert Fisk en Afganistán… Entonces, escuché el ruido de unos pasos en la planta baja… Paré oreja y los pasos volvieron a repetirse, confirmando la posibilidad… Sin zapatos, para caer de sorpresa al intruso, me fui acercando… A nadie encontré… “Veinte y las malas” que era un duende, a menos que el exorcista diga que eran los ruidos propios y naturales de las casas… En todo caso, un alma sin consuelo buscando una tabla de salvación… O como decían en el pueblo, que la casa donde vivo esté construida sobre un panteón…
PLAZOLETA: El abuelo paterno solía dejar prendida una veladora en las noches para alumbrar a los duendes en su visita… La abuela aseguraba que estaba loco, pero, bueno, en un cuento el escritor argentino, Julio Cortázar, descubrió a unos cronopios volando sobre el techo de un teatro y los convirtió en seres fantasmagóricos de su literatura… Incluso, a partir de la fecha le llamaban el cronopio… Y, bueno, si los niños están seguros, ciertos, ciertísimos, de la existencia de Superman y El Hombre Araña, caray, demos vida eterna a los duendes…
PALMERAS: Un duende visitó a un amigo la semana anterior… Y hablaron… El duende le dijo que era un enviado especial de su padre, ya fallecido, y le llevaba el mensaje de que la hora de irse al otro lado del charco había llegado… El amigo pidió al duende llevara el contramensaje de esperar unos meses por asuntos pendientes… 48 horas después, el duende regresó con la feliz noticia de que el padre aceptaba el plazo… El amigo releyó, entonces, el libro “Macario” de Bruno Traven, donde el diablo se hace amiguito de un campesino para avisarle de los muertos que pronto se llevaría al infierno… En Pedro Páramo, de Juan Rulfo, los muertos están vivos y eso, caray, únicamente los duendes pueden hacer… Son las travesuras con las que se divierten…